PUERTA REAL
Whisky de El Padul
M.ª DOLORES F.-FÍGARES/
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EN Granada han nacido con el correr del tiempo no pocos productos que han llevado por el mundo el nombre de nuestra tierra, como una honorable denominación de origen, tan disputada siempre en los mercados por la competencia. La aparición de tales productos 'made in Granada' ha dado fama y esplendor a esta 'marca' que tan injustamente se asocia con el inmovilismo o las bellezas del pasado, tierra del ensimismamiento contemplativo y el atraso productivo. Todos se deben al ingenio y las oportunidades bien aprovechadas, combinados con la paciencia del trabajo intenso, y sirva la lección de aviso para quienes se quieran sumar a la génesis de nuevos inventos.De vez en cuando, la realidad nos regala sorpresas interesantes que desmienten nuestros sombríos presagios. Y así habrá por el mundo quien en lugar de asociar Granada con la simpar belleza de la Alhambra, lo haga con un caviar exquisito que se cría en los ríos trucheros de Riofrío, premiado con profusión por los entendidos. Y últimamente nos hemos alegrado del hallazgo del whisky de malta, con denominación de origen, que se está elaborando en El Padul, gracias a la extraordinaria cualidad de las aguas que llegan hasta sus manantiales, procedentes de Sierra Nevada y a las maltas que se cultivan en el norte de la provincia. Solo en los legendarios territorios de Escocia se había logrado hasta ahora la combinación precisa de las aguas y otros factores, como el clima y la inteligencia de los investigadores, que dieran como resultado el exquisito y solicitado whisky de malta, tan apreciado por los entendidos consumidores de estos caldos singulares. Todavía debe haber en las casas selectas alguna botella de Cardhu, procedente de las cestas de navidad más exclusivas.Pronto terminará el plazo de tres años de envejecimiento en barricas y el whisky saldrá al mercado, a competir con los escoceses en lo que se prevé una batalla desigual que seguiremos con interés. Para ello necesitará un nombre y he aquí la preocupación que nos embarga, pues para tamaña lid comercial, que va a poner a las antiguas tierras pantanosas del Padul a la altura de las High lands de Escocia, al parecer no se les ha ocurrido otro nombre que 'Embrujo de Granada'. Por favor, que alguien remedie este desaguisado, a no ser que haya muy buenas razones marketinianas o de otra índole que sean capaces de justificar un nombre con tantas resonancias a una Granada cañí y acartonada.Embrujo de Granada puede venir bien para una fábrica de mantones, de trajes de gitana, o de castañuelas, o para una sala de fiestas donde se ofrezcan espectáculos flamencos, para visitantes procedentes de países lejanos que nos sueñan todavía como el país de los bandoleros y los toreros, gitanas echadoras de cartas o bailarinas que hechizan a los incautos turistas a la luz de la luna en las cuevas del Sacromonte. Pero ¿¿para un whisky de malta!! He consultado con expertos en esto de la comunicación de la fuerza de los nombres y todos rechazan unánimemente la peregrina asociación de una bebida cosmopolita y urbana con el presunto embrujo de nuestra bienamada ciudad. El nombre de Padul es suficientemente sonoro y penetrante como para que sea el denominador de este nuevo producto, llamado a brillar con luz propia en los ambientes exclusivos de las grandes capitales, muy lejos de los tablaos y las juergas, dicen los expertos consultados. Estamos todavía a tiempo de demostrar que vivimos en el siglo XXI.
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